sábado, 5 de enero de 2008

Tercera Jornada. Visita al Hospital

Nos despertaron el aroma del carbón del té y las tímidas luces de la mañana. Rosa reorganizó de forma minuciosa los paquetes de medicamento que le proporcionaron los hospitales de Navalmoral, de Coria y de Plasencia. Después de todas las negociaciones que tuvimos que realizar para poderlos embarcar, por fin podrían llegar a su destino. A veces es desesperante las pegas burocratícas que ponen ciertos personajes a una ayuda tan valiosa. Y es que la ayuda directa jode mucho a los burócratas.
En la puerta de la haima nos esperaban, con impaciencia saharaui, Mihidi y Mahayud.

Mahayud posando.

La farmacia del hospital. Hacía meses que no entraban guantes en él.

En esos días visitaban el hospital un grupo de cirujanos españoles y daban formación a los residentes.

Mohamed, el tío de Kori, es el farmacéutico del hospital.

La escuela de enfermeras.

Amed era el único enfermo en el Hospital, esperaba antibióticos. Es deprimente ver tantas camas vacias. Si la salud de los saharauis se midiera por sus estancias hospitalarias a buen seguro que sería el pueblo más sano del mundo.

Mihidi y Basir posando ante el pequeño jardín del hospital.

Lastrados por la impotencia nos fuimos en el flamante Land de Mihidi.

Desde el Hospital se puede comtemplar esta panorámica de las Dairas de Dajla.

En el mercado nos encontramos con Ladis y sus sobrinas Guadalupe y Ana

Quedamos para ir al día siguiente a las dunas todos juntos.


Una gaolinera.

Josef haciendo el pino.

Regreso a la haima.

Haduya, Malaha y Julia posando.

Sesteamos después de comer mientras, Malaha hacía los deberes.

Piensa y posa.

y hablamos y hablamos y hablamos ....

En la paz de la noche, de esta noche mágica del desierto, fuimos Julia, Naku, Mahayud, Salama y yo a ordeñar a Geringuilla. Nunca podré olvidar la ilusión con la que Naku nos traducía, a Julia y a mí, las sabias explicaciones de su padre, el hombre sabio, ni la carita de satisfacción de la niña bebiendo la leche recién ordeñada. Hay veces que me gustaría poder parar el tiempo.

En este momento del relato, Scherezada advirtió que las estrellas silenciaban los sonidos de la noche y calló discretamente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si hay algo que aprendí cómo médico,es que los saharauis no entienden de "después de.." o "mañana a las.."para ellos sólo existe el aquí y ahora.Si quería que siguieran una posología lógica tendría que ser yo la que me dirigiera a la jaima del paciente con la pastilla en la mano y a la hora recomendada,eso sí, se tomaban lo que le diera sin rechistar.
La mínima dosis de antipirético en los niños tenía un efecto fulminante, me dió más de un susto.Comprobé que darle agua potable o un zumo para beber era lo más eficaz para bajar fiebres por encima de 38 grados.
Pero si hubo algo que me dejó fascinada durante las consultas, fue observar a Josef y a Naku,mis intérpretes,niños de 12 y 10 años.Traducían una y otra vez sin muestras de cansanio,en español con lentitud,en hasania a una velocidad increible(me explicaban que cada palabra mía precisaba 4 o 5 de su dialecto),cambiaban de tono si yo lo hacía, me acompañaban a las jaimas, me aconsejaban sobre el comportamiento más adecuado al salir y entrar, Naku aprendió a vendar y me dió lecciones prácticas,y,todo esto,mientras atendían,para mí desesperación, los constantes requerimientos de padres y hermanas.Son geniales.!Qué buenos intérpretes para todos los gobiernos si pararan unos minutos sus agendas para escucharlos¡